Recientemente la Ciudad de México obtuvo un primer lugar mundial que no es motivo de orgullo. TomTom empresa de dispositivos de navegación GPS, anunció en marzo pasado que la capital de México tiene el peor tráfico del mundo. Increíble, pero le ganamos a Bangkok, Río de Janeiro y Moscú. El índice TomTom revisó el tráfico de 295 ciudades de 38 países del mundo.
A este “logro” abonó la vuelta a la circulación de cerca de 600 mil automóviles tras la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de amparar, a quienes así lo solicitaron, contra el endurecimiento del programa Hoy no circula.
Sin embargo, a principios de marzo la Ciudad de México fue azotada por fuertes vientos que alcanzaron velocidades de hasta 70 kilómetros por hora y derribaron 230 árboles, 25 anuncios espectac ulares y 18 lonas de anuncios. Cuando volvió la calma, paradójicamente, los habitantes de lo que se ha dado en llamar la “megalópolis” —integrada por la Ciudad de México y los estados de México, Hidalgo, Morelos, Puebla y Tlaxcala— extrañarían esos ventarrones.
Siguieron días de calor agobiante y ningún viento que refrescara el ambiente y se llevara la polución.Los niveles de ozono crecieron sin freno y el sábado 12 de marzo se decretó la fase de precontingencia ambiental. El lunes 14 pasó a Fase I de contingencia Ambiental, después de ¡14 años! de no tenerlas. La situación ambiental, una de las más graves en las últimas décadas, se mantuvo así durante 3 días, hasta que el jueves 17 se levantó la Fase 1 de Contingencia Ambiental por Ozono. La consecuencia; vuelta al Hoy no circula para todos, sin importar si tienen engomado cero o doble cero, del 5 de abril hasta el 30 de junio.
Esto, que podría ser una tragedia para quienes tienen que acudir a diario a la oficina, no lo es tanto para quienes tienen la fortuna de poder trabajar en casa, ya sea porque en la empresa donde prestan sus servicios han optado por esa manera de laborar, o porque son emprendedores que ha descubierto las ventajas de tener una oficina virtual, una donde siempre hay alguien que atiende a sus visitantes, contesta sus llamadas y recibe su correspondencia. Una en la que no tienen que invertir recursos que mejor emplean en mejorar su negocio. Una que puede incluso ser oficina física cuando así se requiere para causar en sus clientes una buena impresión y que pagan como se paga el servicio telefónico o la luz: por lo que usen, nada más. Dichosos los que tienen una Oficina Virtual. Y usted podría ser uno de ellos. ¿Lo había pensado?
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